El mundo del vino, como otros muchos sectores, se enfrenta a grandes retos.

Y es que después del jarro de agua fría que ha supuesto el desastre sanitario, económico y social del Covid; es vital la capacidad de respuesta rápida de las bodegas para poder recuperar cierta “normalidad” y adaptarse a las nuevas circunstancias.

 

¿Cómo practicábamos enoturismo antes del Covid?

El enoturismo siempre ha sido un tipo de actividad muy experiencial. No sólo se trata de visitar bodegas, sino también de sentir la pasión de este mundo. Conocer la historia de la zona, su cultura, gastronomía… Por eso, el atractivo del enoturismo reside principalmente en la diversidad, las áreas rurales en las que se ubican la mayoría de bodegas y unos vínculos culturales sólidos.
Si pensamos en todo esto como actividad económica, confirmamos que el turismo gastronómico y (por qué no) el enológico, son pilares fundamentales en el desarrollo de estas zonas rurales.

 

Pero ¿en qué hemos cambiado?

El estado de alarma nos puso en jaque. Puso patas arriba nuestra forma de entender la vida y cómo funciona la economía de un país entero. Las relaciones sociales han cambiado tanto en tan poco tiempo que nos resulta casi imposible volver a imaginar el día en que todo vuelva a ser cómo antes. Esto ha provocado que las bodegas paralizaran su actividad casi por completo durante unos meses. Es un hecho sin precedentes del que aún no sabemos las consecuencias reales y definitivas.

Sin embargo, esto ha derivado en una gran capacidad de respuesta y resiliencia de las bodegas.

Nos hemos adaptado rápido y desde hace meses se han implementado una serie de medidas, actuaciones y propuestas que han provocado lo siguiente:

  • Los entornos rurales, espacios abiertos y el contacto con la naturaleza es el mejor amigo en tiempos de pandemia.
  • Los grupos de visita son más pequeños y también se ha reducido el aforo en las salas de cata.
  • El trabajo en bodega ha sufrido cambios también.
  • Nuevos cambios en el ámbito del consumidor, aumentando la compra on-line de vinos.
  • Se han potenciado las catas virtuales y también las visitas a bodegas a través de las pantallas.

La nueva normalidad.

Además de adoptar protocolos de higiene y seguridad (por supuesto), vamos poco a poco marcando el rumbo que debemos seguir en nuestra actividad enoturística.

Las medidas adoptadas por las bodegas nos permite contar con unas condiciones óptimas y cumpliendo con todas las garantías exigidas en estos momentos.

No dejemos de practicar enoturismo. Pero sí tenemos que reformularlo. Todo listo entonces para seguir recibiéndoos en la “nueva normalidad”.
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